martes, 31 de agosto de 2021

El Proceso de Convertirse en Persona de Carl Rogers

Este libro podría resumirse en un párrafo, y aunque tiene algunas buenas ideas puede resultar para muchos algo repetitivo como libro.

Carl Roger's ideó lo que él denomina "terapia centrada en el cliente", que hoy en día parece algo obvio, pero que en su momento fue un concepto bastante radical y novedoso.


Su argumento es que cada individuo tiene tendencias innatas de crecimiento y desarrollo. Todos queremos ser la mejor versión de nosotros mismos y, si contamos con el entorno y el apoyo adecuados, nos esforzaremos por conseguirlo. Todos tenemos una idea general de lo que nos conviene hacer, de lo que queremos hacer y de cómo debemos hacerlo o convertirnos en ello.

El Proceso de Convertirse en Persona de Carl Rogers me recuerda a una comprensión suave de la "voluntad de poder" de Nietzsche, esa voluntad interior e individual de crecer en las cosas que nos parecen significativas. Todos queremos mejorar y "actualizarnos" como individuos con poder y agencia sobre nuestras propias vidas y devenires.

A continuación mostramos la primera parte de este libro:

Sin embargo, desde el postmodernismo, la idea del "yo" ha recibido críticas y ya no parece tan sencillo sugerir que todos somos individuos limitados que sabemos lo que queremos. El "yo" es ahora un concepto mucho más turbio, que se compone de trozos de otros, de nuestro entorno, de las cosas que nos suceden... Así que el argumento de Rogers de que todos necesitamos dejar que nuestro "verdadero yo" se desarrolle y crezca parece un poco optimista y simplista. ¿Qué es exactamente ese "verdadero yo" y cómo podemos encontrarlo?

En cualquier caso, Rogers dice que las personas sufren malestar psicológico, y acuden a terapia, cuando tienen problemas de autorrealización. Algo les ha impedido entrar en contacto con su yo interior o realizar su potencial por otras razones.

Por lo tanto, sostiene que el papel del terapeuta no es enseñar al individuo a vivir, sino crear un entorno en el que el individuo se sienta seguro para conocer, escuchar y luego actuar sobre sus deseos y necesidades interiores. Un catalizador fundamental para ayudar al individuo a hacer esto es una relación empática y sin prejuicios con el terapeuta.

El terapeuta debe ser honesto y abierto con respecto a sí mismo y a sus propios sentimientos (lo que Rogers denomina "congruente" o auténtico), lo que a su vez facilita una relación de confianza y sin juicios y permite que el individuo se abra a sus experiencias internas. Después de la apertura viene la aceptación, y con la aceptación vienen menos defensas y, por tanto, más flexibilidad y capacidad de respuesta al mundo real y a los demás.

0 comentarios:

Publicar un comentario